A veces intuyo la fuerza y el poder de la energía que está destruyendo este mundo y siento un escalofrío que me recorre. Entonces si pienso en qué puedo hacer yo, me asalta la desesperanza, me veo tan pequeña frente a la magnitud de lo que está pasando en el mundo, que no puedo sino sentirme naif por cultivar la esperanza activa, e intentar también contagiar todo aquel con quien me topo del poder de seguir creyendo que lo que hacemos cuenta. A veces me lo repito como un mantra : lo pequeño es importante, como naufrago se agarra a algo que flota. Cuando has atravesado un desierto en la vida, sea físico a causa de una enfermedad, emocional o incluso espiritual, precisamente cuando has atravesado un desierto, entonces conoces el gran poder de los pequeños pasos, de seguir poniendo un pie delante del otro, simplemente eso un pie delante del otro. Una respiración a cada momento.
Respirar, seguir andando y como decía Thích Nhất Hạnh besar la tierra con cada paso.
Andar nuestra particular senda. Nada más.